domingo, 28 de febrero de 2010

Justos entre las naciones


Alguno sabe que estoy recopilando información sobre aquellas personas que durante la segunda guerra mundial, sin ser judíos, ayudaron a salvar vidas, jugándose la suya frente a la barbarie nazi. Muchos eran diplomáticos, pero otros muchos eran personas normales (suponiendo que los diplomáticos no lo sean). Los hebreos honran su memoria en el monumento a la Shoah (holocausto), Yad Vashem, y les nombran Justos entre las naciones, haciendo alusión a una frase del Talmud que dice: quien salva a un hombre, salva a la humanidad entera. Allí hay nombres de cristianos, ateos, religiones orientales e incluso musulmanes. Sus historias son emocionantes, de las que hacen que la esperanza reviva en unos tiempos tan revueltos como los nuestros (aquéllos tiempos, ni te digo). Muchos de vosotros habéis oído hablar o habéis visto una película llamada La lista de Schindler (1993). Pues Oskar Schindler fue solo uno de ellos. Y cada día crece el número de hombres y mujeres que, en secreto, antepusieron su rectitud y sentido de la compasión a la mera conservación de la vida física.

Entre los españoles, quizá el caso más conocido es el de Ángel Sanz Briz. Con poco más de 30 años se convirtió en el representante oficial de España en Hungría. Era Encargado de Negocios, pero el Embajador, Miguel Ángel Muguiro, había sido cesado. Cuando en marzo de 1944 los nazis invadieron Hungría para evitar que el régimen de Horthy, hasta ese momento amigo de Berlín, negociara la paz con los aliados, Sanz Briz conoció de primera mano el horror de la deportación y el genocidio. Y no se quedó impasible. Al igual que otros diplomáticos echo mano de un decreto de 1924 que concedía pasaporte español (ojo: pasaporte, no la nacionalidad) a los judíos sefardíes que lo solicitaran. En Budapest los sefardíes eran una pequeña minoría. Pero con habilidad diplomática, astucia e ingenio, consiguió que las 50 personas que podrían tener el amparo español se convirtieran en 50 familias, que al final fueron, 200, que al final... fueron unas 5.200 personas. Es decir, cinco veces más que Schindler.

Si hay oportunidad, os iré contando de vez en cuando historias de aquellas personas. Irena Sandler (fallecida hace muy poquito), Raoul Wallenberg, Arístides de Sousa, Varian Fry, ... son cientos. Y todos ellos hombres y mujeres como yo o como vosotros. Pero ellos no miraron hacia otra parte.
Una lectura amena para iniciarse en estos asuntos es el libro de D. Carcedo Un Español ante el holocausto, de la editorial Temas de Hoy.

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